miércoles, 18 de noviembre de 2009

La gestion de la crisis.

Parecería que estoy perdida, fuera de órbita. Hace un montón de meses que este blog no se ha actualizado. Sin embargo, sigo aquí y más conectada que nunca, con la conciencia más abierta.

No puedo evitar sentirme preocupada por la sociedad que voy viendo a mi alrededor. Pienso que me estoy volviendo cada vez más exigente, más analítica, más incisiva. Conmigo misma y con los demás. Por ejemplo, si escucho la radio, la de siempre, la “mía”, me parece superficial, no se tratan los temas en profundidad, parece que la actualidad va tan deprisa que no permite una reflexión. Pienso ahora en el secuestro del barco, el Aracrana. Y me quedo alucinada, parece que si alguien pregunta: ¿qué hacen allí pescando?, ¿es que no se puede dejar de ir a esos sitios tan peligrosos?. Parece que si preguntas, estás fuera de onda. No toca preguntar eso, sino cómo se gestiona “la crisis”. Pero si la crisis es la del mar, el agotamiento de la pesca, los caladeros abandonados porque ya no hay peces comestibles suficientes, la contaminación de las aguas, el hambre y la pobreza extrema de los países del sur, la falta de salidas y vida digna para la gente que, o se vende a las armas, o se muere de hambre. Y la falta de valores humanos, de alegría, de esperanza en una vida mejor. Y otras tantas cosas que están ahí solo para que las miremos, pensemos, reflexionemos y tomemos conciencia. Pero parece que a nadie le importa mucho.
A lo mejor, soy yo. Que desde que me he vuelto vegetariana pienso en lo pequeño. Pienso en mi hijo, en el planeta que le quedará tras nuestro paso. Y me descubro identificándome con la madre que acuna a su hijo africano, a miles de kilómetros de distancia, a solo unas horas de avión. Pensando qué futuro tendrá su criatura, si te tocará ser pirata, o esclavo de quién.

A lo mejor soy yo la fatalista, la agorera, la Casandra.

¿Y dónde queda el sentido común?. Dicen que los pescadores tienen que ganarse el pan, sí pero los tiempos cambian constantemente, y a lo mejor toca un cambio gordo. También se lo ganaban los gancheros que bajaban troncos por el Tajo, y los cazadores de mamut, hasta que es extinguieron. Somos una especie de borregos raros. No nos damos cuenta de las cosas hasta que las cosas se dan cuenta de nosotros.

Y sigo así. Dándole vueltas a las cosas. Qué se le va a hacer. Porque sigo creyendo que otro mundo es posible.

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