miércoles, 25 de febrero de 2009

Lenguaje intuitivo

Me encanta esta imágen. Tan irreal, tan fantasiosa.

Pero lo que quería decir es otra cosa.

El lenguaje verbal y el visual nos entretiene demasiado.

Y ahora que mi niño empieza a ver el mundo y lo señala con su dedo, empieza a hablar sin palabras. Tenemos grandes conversaciones sobre todo. En silencio, o con gestos, con pequeños sonidos de apoyo. Es el lenguaje intuitivo. Y creo que, antes de que pudiésemos articular palabras, debíamos guiarnos con esta forma de comunicación. Es la más pura, no tiene equívoco, no hay malas interpretaciones, no hay doble lenguaje, no hay falsedad.

Tampoco vamos a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Ni en la pureza del ser humano prehistórico. Dejemos ese debate para otro momento.

Solo que disfruto hablando sin hablar. Mirando el mundo a través de su mirada. Me lo muestra todo, me lo comenta: le gusta, le disgusta, le da susto, le atrae, no se atreve, me lleva, quiere que se lo dé, tiene sed, hambre, está preocupado, de ese señor no me fío, me pongo contento con la música, enséñame otra vez eso, esto quema, esto pincha, está frío, descansamos un poco, bailamos, te quiero mamá.

jueves, 19 de febrero de 2009

Ñam, ñam...

Me dan una ternura... y ahora que quiere empezar a caminar, más.

Me quedo sin palabras ante esta perfección.

Solo puedo decir que soy feliz, feliz por tener esta oportunidad tan grande, como dirían en un concurso de la tele; y más feliz aún, porque es realidad, es cierto, y está aquí.

Somos testigos de la grandeza del ser humano, en esos pies.

En esa piel aterciopelada.

En la dulzura de ese olorcillo a quesito.

Le llevarán lejos de mí, cuando crezca.

De momento, disfruto teníendolos a mi lado.

jueves, 12 de febrero de 2009

El bicho



Esta mañana fuimos de cacería. Una langosta se coló en la terraza. Salimos a echarla con la escoba, no la quería matar, solo empujarla y que volase. El bicho era enorme.

Mi hijo cumplió hoy 14 meses. Señalaba el bicho y se reía. Quería tocarlo. Y cada vez que se acercaba, volaba medio metro más allá, sin saltar la barandilla. Al final, le empujé fuera, y se marchó.

El niño se pasó un buen rato señalando la puerta de la terraza, diciendo adiós, expresándome que se había ido, quería ir a comprobar que ya no estaba más allí. No era el juego del cucú-trás porque solo se marchó una vez, y no volvió.

Por la noche se lo recordé, con un: dile a papá dónde estaba el bicho. Y entonces, se puso a llorar, un llanto impresionate, una explosión, una descarga. Y entonces, me he dado cuenta de lo importante que ha sido esta experiencia para el niño. Lo impactado que se ha quedado. ¿Qué habrá sentido?, ¿qué habrá pasado por dentro de ese pequeño cuerpo?.

Ha llorado un rato, al final acurrucado, señalaba la puerta.

Y me he dado cuenta de que me he angustiado, me he perdido algo. De pronto he reconocido que este ser humano es una persona completa. Con sus emociones, con sus deseos, con sus anhelos, con sus angustias, sus miedos, y sus placeres. Y doy las gracias a la vida por la oportunidad de acompañarle, y aprender de él.

sábado, 7 de febrero de 2009

La mejor amiga

Esta es mi mejor amiga.
Pero no es cierto.
Es sólo mi perrita.
Es una buena compañera, leal y sincera.
Me cuida a su manera, y está atenta a mi estado de ánimo, siempre dispuesta.
Ahora está pasando un momento delicado en su vida, hay un cachorro humano en casa y le ha supuesto un cambio de prioridades, está elaborando el mapa de cariños de nuevo. Por el momento parece que ha decidido incluir al cachorro dentro de la manada.
Solo puedo estarle agradecida.

jueves, 5 de febrero de 2009

desde mi migraña


Desde aquí

puedo verlo todo.

Y a la vez tengo los ojos cerrados, me vuelvo fotosensible.

Este síntoma me acompaña desde hace años, y la maternidad me lo agudiza. Me peleo con el dolor, me desespero, pruebo tratamientos, y nada me consuela.

Ahora me dejo llevar, donde el dolor quiera, a ver qué pasa. Y de momento no veo nada, pero veré.

lunes, 2 de febrero de 2009

Qué de inconvenientes


Estábamos reunidos con otros padres e hijos, la nena de 3 años quería algo, y hasta que no dijo la palabra "mágica": por favor, no le fue concedido el deseo. Era un vaso de agua.


Pero, ¿a qué clase de adiestramiento sometemos a nuestros cachorros?


Aún me acuerdo entre avergonzada y rabiosa, a mi madre: "¿cómo se dice?", y yo entre dientes: "gracias, por favor, gracias, gracias...."

Un amigo me dijo una vez que no hacía falta, entre amigos sobra.

Y entre familia.


A veces, te sale del corazón, está bien, te ha salido.

Y entonces es un regalo.

Pero cuando se repite demasiado, es frase hecha, hueca.

Los niños son agradecidos por sí mismos, una mirada, una sonrisa, un gesto, son regalos.


Vamos a dejarles ser.

¿Podremos?