miércoles, 20 de mayo de 2009

hay vida despues del dolor

A mi peque le están saliendo las muelas.
Se queja, se desespera, muerde todo con rabia.
Se desvela por la noche.
Se desvela por el día.

A veces se muerde los puños, y me mira pidiendome que haga algo.
Y no puedo hacer gran cosa.
Le doy la teta.
Le canto.
Le acuno.
Le cuento un cuento.
Le llevo al parque.
Le dejo jugar con el agua del bidé.
Le doy a chupar un pañuelo fresquito.
Le vuelvo a dar la teta.
Le damos la teta a los muñecos.
Se ríe.
Se entierra en la arena del parque.
Se moja los pies.
Hacemos los leones: groarrrrr....
Y la vaca: mmmmuuuuu...
Hacemos cosquillas.
Nos escondemos: cucú-trás.
Otro cucú-trás.

Y es que hay vida después del dolor.
Hay compañía durante.
Hay felicidad después.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Soy feliz.

Tengo la suerte de ser feliz. Inmensamente feliz. Por nada. Por todo.
Y mi felicidad no depende de nadie.
Y soy feliz porque me sale de dentro.
Y porque me lo propongo cada día: hoy un poco más.
Me quiero, me cuido, me voy aceptando, me sincero conmigo.
Procuro no mentirme, y cuando lo hago, procuro decirme la verdad, y no sobreexigirme.
A veces me duelo, me cabreo, me asusto, me agobio. Pero eso es parte de la vida.

No seré feliz porque mi hijo haga esto o lo otro.
No tiene la responsabilidad de hacerme feliz.
Es un ser libre, como yo.

Somos dos pájaros libres que ahora vuelan juntos.
Somos, en realidad tres pájaros, una familia de pájaros.
Y somos felices, cada uno a su manera.
Y el pequeño es feliz. Y me gusta, me gusta ver su felicidad, me da un placer infinito.