lunes, 27 de abril de 2009

Aguantarse la represión del dolor del otro.

Llevo unas semanas con sueño, estoy cansada. Por la noche el niño se queja, y por el día tiene explosiones de rabia. No me extraña. Tiene cuatro muelas rompiendo la encía y dos dientes rasgando poco a poco.

Está cansado, juega un rato, me pide algo y al mismo tiempo se enfada, no es lo que él quería. Lo tira. Me aparta y al mismo tiempo pide que le coja. Me acerco para besarle, me araña la cara. Luego hace pucheros y se queda mirándome con infinita pena.

Me pide que le coja, le subo, pide bajar, da dos pasos agarrado de la mano, se sienta, se enfada. Pide de nuevo subir, ahora no quiere.

Le ofrezco el puré, no quiere, ¿estará caliente? si lo pruebo yo se enfada, lo quiere él, le doy. No quiere, lo tira con la mano. Quiere agua. No teta. No agua. No puré. No teta. Llora. Teta. Se calma y se adormece en mis brazos.

Respiro. Me siento. Pienso: paciencia, él lo pasa peor que yo. Él no puede racionalizar. No sabe qué ocurrirá luego, yo sí, que le saldrán las muelas, que volverá a estar bien. Él no puede saberlo. No está luchando conmigo, sino con su dolor. Aceptar el dolor es un aprendizaje duro. Con los años que tengo y aún estoy aprendiéndolo yo misma.

Solo puedo estar a su lado, si me necesita estoy aquí. Si necesita expresar su rabia, se la aguntaré, podrá hacerlo. Si necesita llorar aquí tiene mi hombro. Si quiere desahogarse, está su mamá con él. No está solo. Soy su compañía, su apoyo, con quien sacar el dolor. En el día a día le digo lo que vamos a hacer, porque después del dolor sigue habiendo vida: hay parque, hay paseo, hay bañera, hay juegos, papá, abuelos, perrita...

Y en el futuro seguirá estando su madre, con la que puede ser él mismo. Aunque me sorprenda, aunque me gustaría que no sufriese. Pero el dolor es parte de esta vida. Y en mi aprendizaje está el aguantarme las ganas de reprimir el dolor ajeno, hacer como que no existe, o minimizarlo, o censurarlo, o sea, ir de nuevo contracorriente y desprogramarme de nuevo. Volver al respeto.

sábado, 18 de abril de 2009

de aquellos lodos...

Mi madre aún se sorprende de verme hacer cosas, como hablarle a mi hijo y decirle: te voy a dejar en el suelo, te voy a poner el abrigo, sé que te está molestando y termino rápido, confía en mí... etc. Aunque ella diga que ya no le sorprende nada.

Se sorprende cuando le digo: no le miento, no le engaño, no le falseo la realidad. Me contesta que así le hago sufrir más. Es posible. No le ahorro sufrimiento de despedidas, prefiero que sepa que su madre se tiene que ausentar un ratito, a que se asuste pensando que su madre ha desaparecido y que su abuela está misteriosamente alegre tratando de distraerle.

Y entiendo a mi madre. Creció en un contexto difícil. Por entonces no había ciudadanos de pleno derecho, eran súbditos de un jefe de estado patriarcal y autoritario. La realidad estaba falseada, no se podía hablar de casi nada en público: ni sexo, ni religión, ni política, ni nada que atufase a que alguien pensaba por sí mismo. Se elegía, sí: o la mayoría reprimida, o la subversión peligrosa. La escuela, la calle, la familia tenía que proteger a los niños para que no preguntasen, no pensasen, no cuestionasen, existía todo un mecanismo social para reprimir la conciencia. Porque ser consciente de lo que sucedía era vivir en la clandestinidad.

Y llegó la Transición. Y llegamos los niños de los 70. Y llegó el lío padre. Y aquí estamos. Repitiendo modelos que ya no servirán para nada dentro de 20 años, porque ya no sirven hoy.

Y de aquellos lodos, estos barros.
No digo que seamos perfectos, ni que lo intentemos siquiera. Solo que somos ciudadanos y nuestros hijos también.

miércoles, 15 de abril de 2009

seguir al corazón

Leí hace poco que, a partir de que el niño comienza a caminar se produce un movimiento interno en la madre. Es el de comenzar a dar órdenes: ven aquí, vete allí, trae esto, juega con aquello. Lo que produce un desconcierto en el bebé. Hasta ese momento el amor incondicional comienza a ser modelado culturalmente; dice la señora Rodrigañez, que es producto de la cultura patriarcal y autoritaria por lo que dejamos de sentir a la criatura como dueña de sí misma para tratar de modelarla a nuestra imágen, o la imágen mental que tenemos de lo que debe de ser.

Y es verdad que socialmente se produce un cambio: este niño es ya muy mayor para pedir teta, mira qué bandido cómo te levanta la camiseta; siempre se sale con la suya; mira como se pone si le niegas lo que quiere... y de ahí no hay nada al "doma el mimbre, que de joven se deja", que me pone los pelos de punta. El que hasta el momento fue una ternura, ahora parece que a los ojos de los demás se vuelve una criatura que viene a luchar contra el adulto. Y me veo a los padres, a los cuidadores, y a los abuelos bienintencionados de las criaturas peleando todo el día, tratando de enderezarles por el "buen camino".

La criatura tiene su propio criterio para desplazarse. La mía aún necesita el apoyo de mi índice para hacerlo, pero sí, me lleva dando vueltas por toda la casa. ¿Por qué habría yo de limitarlo?. ¿Qué se yo de los procesos internos, fisiológicos, neurológicos, de maduración, que se ponen en marcha en su actividad concentrada, aparentemente caótica, pero con una lógica interna?. ¿Qué sé del mensaje de amor, de respeto, de compatir que recibe?. ¿Por qué mi deseo ha de ser más importante que el suyo?. ¿Por qué he de frustrar su devenir, y qué consecuencias tendría esto a la larga?

En su juego hay un silencio apabullante, una concentración que impresiona, rota por sonidos ininteligibles. Ante esto me quedo muda, no me atrevo casi ni a moverme, hay un pequeño científico que está descubriendo el mundo, su mundo que no el mío.

Sigo observando. Sigo respetando según soy consciente, aunque es verdad que, a veces me sorprendo repitiendo modelos adquiridos. Cambiar los paradigmas es difícil. Y solo hay que seguir al corazón, al amor incondicional que sigue ahí.

jueves, 2 de abril de 2009

otro mundo es posible

Estoy pensando en el mundo del futuro.
Estoy pensando en qué mundo va a vivir mi hijo.
Y mi responsabilidad sobre ello.

Otro mundo es posible, queremos otro mundo para nuestros hijos: más respirable, más sano, más humano, más ecológico, más mejor.
Y, ¿qué hacemos para ir hacia él?

No nos podemos quedar de brazos cruzados esperando que llegue a nosotros por arte de magia. No podemos pretender que sean los niños quienes, aprendiendo de nuestro nefasto ejemplo, hagan algo diferente cuando sean adultos.

Estoy optimista, convencida de que mi hijo trae un mensaje importante. Todos los niños del mundo traen un mensaje que hay que escuchar, ya mismo, ahora.
Y es el mensaje de la Conciencia. Y del Compromiso por el cambio global. El cambio que empieza por uno mismo, íntimo, pequeño, pero muy poderoso.

Hablamos de salir de Matrix, de tomar el pulso a lo que realmente ocurre cuando queremos cerrar los ojos y no ver la realidad. Mi hijo me lo enseña cada día: mírame, mamá, mírame de dice. Y le miro. Y veo.

¿Qué puedo hacer yo?, ¿Qué herramientas puedo darle, si no sé con lo que se va a enfrentar en el futuro de este mundo cambiante?. Si las que me facilitaron mis padres no sirven ya, si lo que planearon para mí está obsoleto. No quiero cometer el mismo error.

Pienso, me devano los sesos. Y mira, lo tengo ahí delante, diciéndome: mírame, mamá. Porque realmente lo que quieren los niños es que los veamos, como son. Les ayudemos a reconocerse, a explorarse, a tomar conciencia de sus emociones, a ser sinceros consigo mismo. Nos piden empatía, compasión, creatividad, hacer equipo, y amor incondicional. Y eso es el equipo necesario para enfrentarse en la vida de adulto y salir con éxito de cualquier empresa que emprendan.

Así que, ahí estoy comprometiéndome con el futuro. Mirándome en el espejo que es mi hijo, quien me devuelve dos tazas de lo que no quiero ver en mí. Creyendo que otro mundo es posible, teniendo una conciencia abierta, siendo más ecológica, más coherente, más compasiva conmigo y mis contradicciones, y menos hipercrítica con Matrix, entendiendo más, aceptando mejor y siguiendo mi camino de cambio.