Me comentaban unos abuelos que a su nieta le dejaban llorar en la cuna. La madre le acuesta a las 9, y la nena llora (tiene 5 meses), la madre controla el tiempo en un relog, y acude al rato, la nena calla mientras la madre está con ella, silencio, y la madre sale de la habitación, la nena vuelta a llorar, y la madre vuelta a controlar el tiempo. Mientras me lo contaban, ponían caras de gravedad, algo muy importante estaba ocurriendo. La nena llora y llora, y la madre vuelve a acudir, la nena calla, el silencio. Y sale de la habitación, con nuevos lloros. Cada vez más apaciguados, cada vez más agotados, hasta que solo se oye el silencio. Y la madre, suspira. Y los abuelos, acongojados por dentro, intentan una conversación que tape lo ocurrido.
Me pregunto si esto es ético, si es práctico, si es adecuado, si es importante... Imagino la tensión ambiental, la tensión del bebé, claro, de la madre, de los abuelos que presencian esta escena. Noche tras noche, día a día.
¿Qué mensaje daremos a estos niños?, ¿Cuál es el poder que se ejerce?, ¿Qué grado de violencia soterrada?, ¿Qué más puede hacer un bebé?.
Me parece una barbaridad. Cuando me lo contaron, miré a mi nene, y les dije: nosotros, menos mal que no tenemos que andar haciendo eso, nos vamos juntos a la cama haciéndonos cosquillas. Qué suerte, contestaron.
Sí qué suerte tengo.